en México, D.F., en el año l.977
Ante todo es necesario comprender a fondo lo que es realmente el Cristo Cósmico. Urge saber, en nombre de la verdad, que El Cristo no es algo meramente histórico. Las gentes están acostumbrados a pensar en El Cristo como un personaje histórico que existiera hace 1977 años. Tal concepto resalta equivocado, porque El Cristo no es del tiempo, El Cristo es A-TEMP-PO-RAL, El Cristo se desenvuelve de instante en instante, de momento en momento; Cristo, en sí mismo, es el Fuego Sagrado, el Fuego Cósmico, Universal.
Si nosotros rastrillamos un cerillo, brotará el fuego. Los científicos dirán que ese fuego es el "resultado de la combustión", más eso es falso; el fuego que brota del cerillo está contenido en el cerillo, sólo que con la frotación lo liberamos de su prisión y aparece. Podríamos decir que el fuego, es sí mismo, no es el resultado de la combustión, sino que más bien la combustión es el resultado del fuego.
Los científicos no saben que cosa es el fuego; lo utilizan, pero lo desconocen. Tampoco saben lo que es la electricidad; la utilizan, pero no le conocen. Por eso mismo, queridos hermanos, conviene que ustedes entiendan lo que es el fuego. Antes de que le Aurora de
Ahora creo que ustedes van entendiendo por que a nosotros nos interesa la signatura astral del fuego, la llama de la llama, lo oculto, el aspecto esotéricos del fuego. Y es que el fuego en realidad es Crístico, y tiene poder para transformar todo que es, todo lo que ha sido y todo lo que será. INRI es lo que nos interesa, sin INRI no es posible que nosotros nos Cristifiquemos.
Cuando el uno se desdobla en el dos surge el tercero, y éste es el fuego que crea y vuelve nuevamente a crear. Este tercero puede crear con el poder de la palabra, con la palabra solar, con la palabra mágica, con la palabra del Sol central. ¡Así crea el logos!
Necesitamos encarnar al Krestos cósmico, al espíritu del fuego, hacerlo carne en nosotros. En tanto no lo hayamos hecho, estaremos muertos para las cosas del espíritu, porque él es la vida, es el logos, es la gran palabra, El es Vishnú (la palabra "Vishnú" viene de la raíz "Vish", que significa "penetrar"; el penetra en todo lo que es, ha sido y será). Necesitamos que penetre en nosotros para que nos transforme radicalmente. Sólo por medio del fuego lograremos nosotros aniquilar al ego. Quien pretenda aniquilar al ego únicamente con el intelecto, marcha por el camino del error.
Obviamente necesitamos auto conocernos, si es que queremos Cristificarnos, y si queremos auto conocernos para lograr
Vernos a sí mismos. Sólo por ese camino será posible llegar un día a la desintegración del ego.
El ego es la suma total de todos nuestros defectos: ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc. Aunque tuviéramos mil lenguas para hablar y paladar de acero, no alcanzaríamos a enumerar todos nuestros defectos cabalmente.
Decía que tenemos que auto observarnos para auto conocernos, porque si nos observamos a sí mismos descubriremos nuestros defectos psicológicos y podremos trabajar sobre ellos. Cuando alguien admite que tiene una psicología, comienza a observarse y esto le convierte de hecho en una criatura diferente.
Alguien, que conociera por primera vez nuestras enseñanzas, diría: "¿Pero que gano con observarme? ¡Esto es aburridor!. He visto que tengo y ira, he visto que tengo celos, ¿Y qué?". Claro está, así es la observación mecánica. Nosotros necesitamos observar lo observado. Repito: necesitamos observar lo observado, y esto ya es observación consciente de nosotros mismos.
La observación mecánica de sí mismos no nos conducirá jamás a nada (es absurda, inconsciente, estéril). Necesitamos la auto observación consciente; sólo así, verdaderamente, podremos auto conocernos para trabajar sobre nuestros defectos. ¿Que sentimos ira en un instante dado? ¡Vamos a observar lo observado! (la escena de ira). No importa que lo hagamos más tarde, pero vamos a hacerlo. Y, al observar lo observado, lo que vimos en nosotros, sabremos realmente si fue ira o no fué, porque pudo haberse provocado algún síncope nervioso que tomamos por ira. ¿Que de pronto fuimos invadidos por los celos? ¡Pues vamos a observar lo observado! ¿Qué fue lo que observamos? ¿Tal vez que la mujer estaba con otros tipo? Y si es mujer, ¿Qué tal vez vió a su hombre con otra mujer y sintió celos? En todo caso, muy serenamente y en profunda meditación, observemos lo observado para saber si realmente existieron o no existieron los celos. Al observar lo observado, lo haremos a través de la meditación y de la auto reflexión evidente del Ser. Así esa observación se tornará consciente. Cuando uno se hace consciente de tal o cual defecto de tipo psicológico, puede trabajarlo con el fuego. Tendría que uno concentrarse en Stella Maris (María, Tonantzin, Rea, Cibeles, etc.); ella es una parte de nuestro propio ser, pero derivado. Ella es la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes, la cobra sagrada (fuego ardiente); ella, con sus poderes flamígeros, podrá desintegrar el defecto psicológico, el "agregado psíquico" que nosotros hayamos auto observado conscientemente. Si tal hacemos, la esencia o fuego embotellado en el "agregado psíquico" resplandecerá, será liberado, y a medida que vayamos desintegrando los "agregados" los Porcentajes de esencia (que son fuego Crístico) se multiplicarán y un día el fuego resplandecerá dentro de nosotros mismos, aquí y ahora.
Necesitamos que el fuego arda en nosotros; sólo INRI (nombre sagrado puesto sobre la cruz del mártir del Calvario) puede quebrar los "agregados psíquicos". Aquellos que pretenden desintegrar todos esos "agregados psíquicos" sin tener en cuenta al fuego, marchan por el camino equivocado, y no solamente andan mal, sino que también extravían a los demás.
Se dice que el Krestos nació en la aldea de Belén hace 1977 años, lo cual es falso, porque la aldea de Belén no existía en aquella época. Belén viene de una raíz caldera: "Bel", y "Bel" es el fuego, la "torre de fuego" caldea.
En nuestro cuerpo la torre es la cabeza y el cuello, porque el resto del cuerpo es el templo. Quien ha logrado elevar el fuego sobre sí mismo, quien lo ha podido levantar hasta la cabeza, hasta el cerebro, hasta el tope, de hecho podrá convertirse en el cuerpo del Krestos, que es el fuego, el espíritu del fuego. Y es el espíritu del fuego, ese espíritu original, primigenio, quién podrá Cristificarnos totalmente; el fuego o Fohat, ardiendo dentro de nosotros, nos transformará totalmente. Una vez que el fuego arda dentro de nosotros, seremos cambiados totalmente, seremos convertidos en criaturas completamente diferentes, seremos convertidos en seres distintos, y entonces gozaremos de la iluminación plena y de los poderes cósmicos.
Así que, entendido esto, mis caros hermanos, debemos trabajar con el fuego. "Al que sabe, la palabra da poder; nadie la pronunció, nadie la pronunciará, sino solamente aquel que lo tiene encarnado".
El Cristo, el espíritu del fuego, no es un personaje meramente histórico; es el ejército de la palabra, es una fuerza que está más allá de la personalidad, del ego y de la individualidad; es una fuerza como la electricidad, como el magnetismo; es un poder, un gran agente cósmico, universal; es la fuerza eléctrica que puede originar nuevas manifestaciones. Ese fuego cósmico entra en el hombre que éste debidamente preparado, en el hombre que tenga
Cuando el Cristo encarna en un hombre, éste se transforma radicalmente (es el Niño-Dios que debe nacer en cada criatura). Así como él nació en el universo hace millones de años para organizar totalmente este sistema solar, así también deben nacer en cada uno de nosotros. El nace en ese "establo" de Belén, es decir, entre los animales del deseo, entre los "agregados psíquicos" que necesita quebrantar, porque sólo el fuego puede quebrantar tales "agregados". Así, el fuego aparece dónde están esos "agregados" para destruirlos, para volverlos polvareda cósmica y liberar el alma, a la esencia. ¿Cómo podría él liberar el alma si no entrara profundamente en el organismo humano?
Por eso es que, en nuestros trabajos de concentración, invocamos a la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes, porque sólo con el fuego podemos quebrantar todos los "elementos psíquicos indeseables" que en nuestro interior cargamos. El frío lunar nunca podrá quebrantar a los "agregados psíquicos"; necesitamos de los poderes flamígeros del logos, necesitamos de INRI para transformarnos.
Sí, mis caros hermanos que esta noche están reunidos conmigo: entiendan que estamos en semana Santa y que la semana Santa tiene siete días. En los tiempos antiguos todo se regía por el calendario solar: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno, y los días eran lunes, miércoles, viernes, domingo, martes, jueves y sábados. Desgraciadamente, ese calendario fue alterado por gentes fanáticas medievales.
El Cristo debe arder, primero que todo, en nuestro cuerpo humano; más tarde la llama debe depositarse en el fondo del alma y por último en el fondo del espíritu. Estos tres pasos, a través de las siete esferas, son profundamente significativos. Obviamente estos tres pasos básicos, fundamentales, se hallan contenidos en la siete esferas del mundo y del universo.
Incuestionablemente, la semana Santa tiene raíces esotéricas muy hondas, porque el iniciado debe trabajar sobre las fuerzas lunares y sobre las fuerzas de mercurio, y con las fuerzas de Venus y del Sol, y de Marte, Júpiter y de Saturno. El drama cósmico se desenvuelve en siete regiones y de acuerdo con los siete planetas del sistema solar.
La llama debe aparecer en el cuerpo físico, debe avanzar en el cuerpo vital, debe proseguir su camino por la senda astral, debe continuar su viaje por el mundo de la mente, debe llegar a la espera de Venus (en el mundo causal), debe proseguir o continuar su viaje por el mundo Búddhico o Intuicional, y por último, en el séptimo día, habrá llegado al mundo de Atman, al mundo del espíritu; entonces el maestro recibirá el bautismo del fuego que lo transformará radicalmente.
Obviamente todo el drama cósmico (tal como esta escrito en los cuatro evangelios) deberá ser vivido dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Eso no es meramente histórico; es algo para vivir ahora y aquí.
Los tres traidores que crucifican al Cristo, que lo llevan a la muerte, están dentro de nosotros mismos. Los Masones lo conocen, Los gnósticos también lo conocemos: Judas, Caifas y Pilatos. Judas es el demonio del deseo que nos atormenta, Pilatos es el demonio de la mente, que para todo tiene disculpas, y Caifas es el demonio de la mala voluntad que prostituye el altar.
Eso son los tres traidores que entregan al Cristo por treinta monedas de plata. Las treinta monedas representan todos los vicios y pasiones de la humanidad, que cambia al Cristo por las botellas en la cantina, por el prostíbulo o por el "lecho de procusto"; que cambia al Cristo por el dinero, por las riquezas, por la vida sensual; lo vende por treinta monedas de plata.
Hermanos: recuerden que esa multitud que pide
¿Quiénes le azotan? ¿No son acaso las multitudes que llevamos en nuestro interior? ¿Quiénes le escupen? ¿No son todos esos "agregados psíquicos" que personificación nuestros defectos? ¿Quienes ponen sobre él la corona de espinas? ¿No son acaso todos esos engendros del infierno que nosotros hemos creado?. El acontecimiento de la historia Crística no es de ayer, es de ahora, es presente; no es meramente un pasado como creen los "ignorantes ilustrados"; pero aquellos que comprenden, trabajarán para
El señor es llevado al Calvario y sobre las cumbres majestuosas del mismo dirá: "El que en mi cree nunca andará en tinieblas, tendrá la lumbre de la vida. Yo soy el pan de la vida, yo soy el pan vivo; el que come mi carne y bebe mi sangre tendrá la vida eterna y yo le resucitaré en el día postrero. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mi mora y yo en él".
El Señor no guarda rencores para nadie. "¡Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu!" Pronunciada esta gran palabra, no se escucharán sino rayos y truenos, en medio de grandes cataclismo interiores. Cumplida esta labor del espíritu del fuego, será depositado el Cristo (o el Krestos, el Cristus-Vishnú, "el que penetra") en su sepulcro místico. Y yo les digo, en nombre de la verdad y de la justicia, que al tercer día (después de esto) será levantado, resucitado en el iniciado para transformarlo en una criatura perfecta. Quien lo logra se convierte, de hecho, en un Dios terriblemente divino, más allá del bien y del mal.
Ha llegado la hora de un cristianismo más esotérico, más puro, más real; ha llegado la hora de salir de la cuestión meramente histórica y pasar a la realidad de los hechos.
Esta noche les invito a todos a entrar en el camino de
Así que, en nombre de la verdad les digo que el Cristo es tremendamente revolucionario y rebelde. El es el fuego, que viene a quemar todas las podredumbres que cargamos dentro; él es el fuego, que viene a reducir a cenizas nuestros prejuicios, nuestros conceptos, nuestros intereses creados, nuestras abominaciones, y hasta nuestras experiencias de tipo personal, etc..
¿Cree ustedes, acaso, que el Cristo podría ser aceptado por tantos millones de seres humanos que pueblan el mundo? Se equivocan; cada vez que viene se levantan las multitudes contra él. ¡Esa es la cruda realidad de los hechos!.
En esta semana Santa en la que estoy hablando, digo en nombre de la verdad y de la justicia que sólo el Fohat, ardiendo dentro de nosotros, podrá salvarnos. Ninguna teoría, ningún sistema podrá llevarnos a la liberación. Quienes pretendan quebrantar el ego a base de puras teorías, con el frío intelecto, son seres meramente reaccionarios, conservadores, retardatarios, y marchan por el camino de la gran equivocación. Esta "Babilonia" que llevamos dentro, esta ciudad psicológica que en nuestro interior cargamos (donde viven los demonios de la ira, de la codicia, de la lujuria, de la envidia, del orgullo, de la pereza, de la gula, etc.) debe ser destruida con fuego.
Necesitamos levantar ahora y ya, dentro de nosotros mismos,
Ha llegado la hora de entender que necesitamos quemar a la "Babilonia" dentro de sí mismos y edificar
Samael Aun Weor