miércoles, junio 04, 2008

Sure, el Pais que queda al otro lado del Sol y lo de aca

Los Bribris son un pueblo indígena costarricense que vive en el extremo sur del país, a ambos lados de la cordillera de Talamanca, este pueblo indígena jamás fue conquistado por los españoles y conservan aun en este siglo XXI, su lengua, tradiciones y costumbres casi intactas, lo cual nos permite a nosotros estudiar los conceptos originales que ellos tienen y las tradiciones que desde épocas inmemoriales conserva este pueblo autóctono de lo que hoy llamamos Costa Rica.

Aquí les presentamos un relato tomado integro del libro “La Creación de la tierra y otras historias del buen Sibú y de los Bribris” de Adela Ferreto, el cual esta inspirado en la obra de investigación de la antropóloga de la ciencia oficial, la costarricense Dra. Maria Eugenia Bozzoli, y en el cual nosotros podemos encontrar, sabiendo leer y comprendiendo con el corazón el conocimiento gnóstico encerrado en el mismo y que por tradición ha llegado hasta nuestros días.

Algunos datos son necesarios antes de transcribir el relato: Sibú es el Dios Único, todopoderoso, Surá es el formador, obviamente es andrógino en su naturaleza y el Awá es el chaman.

“SURÉ, EL PAÍS QUE QUEDA AL OTRO LADO DEL SOL, Y LO DE ACÁ”

“Por eso Sibú cuida esa puerta todo el día. Todo el día Sibú vigila para que los males no vengan a este mundo. Pero algunos salen cuando nace el sol y caen sobre la Tierra... Entonces, el awá con cantos y sahumerios los espanta; con la ayuda de Sibú los lanza por la puerta de abajo, por la puerta por donde el sol se va. Debajo del mar se caen, y debajo de la tierra...

Una vez Juan grande y Juanillo venían de darle vuelta a la milpa: el maíz había cuajado muy bien, las mazorcas estaban casi secas, pronto habría que cogerlas; en el rastrojo iban a sembrar frijoles para que las matitas tiernas se agarraran a los tallos secos. Juan estaba contento; se sentó con su hijo en unos troncos, frente al rancho. El niño lo miraba: había un brillo de alegría en sus ojos. Juan grande habló: —Te voy a contar, quiero contarte para que sepas, para que aprendas lo que hay que saber y aprender. Te voy a contar cómo entendemos los bribris las cosas, desde siempre, desde que Sibú nos creó.

Hay dos lugares, dos lugares principales; y hay el mundo de debajo. Así lo quiso Sibú, el Todopoderoso. Lo quiso así y no de otra manera. Lo que te cuento no lo inventé yo, nadie lo inventó; es la Historia; es cómo pasaron las cosas y cómo son según la voluntad de Sibú, el Buen Dios.

En el lugar detrás de donde nace el sol queda el mundo de allá, Suré, el mundo de verdad; él lugar de acá, es la Tierra, en donde nada es verdad, en donde todo son sombras y reflejos.
Juanillo escuchaba con ojos maravillados; trataba de comprender...

Juan grande seguía hablando pausadamente:

—En el mundo de allá, de detrás del sol, en Suré, están las cosas como son en realidad: allí vive el fuego del fuego, que es más brillante y quema mil veces más, que su sombra, que es el fuego de acá, de la Tierra; allá mana el agua del agua, que es más clara, más límpida y fresca, que nunca se enturbia como el agua de aquí que corre por la tierra y se contamina de impurezas porque es sólo sombra del agua verdadera; allá vive el viento que es el aliento de Sibú, el aliento que nos dio vida, el soplo que es alma, inteligencia; y el huracán del huracán, y el aire del aire que aquí son sombra de lo que son.

Allá vive lo bueno de lo bueno, que encierra todo lo bueno de los hombres y mucho más, porque aquí sólo conocemos la sombra de lo bueno; y vive lo malo de lo malo que es más terrible que el mal de acá, que encierra todos los males de los hombres y aún más, porque el mal de acá en la tierra es solamente sombra del mal.

Allá están la enfermedad de las enfermedades, la salud de la salud; la alegría de las alegrías y la tristeza de las tristezas; el amor de los amores y el odio de los odios...

Allá estamos nosotros Como somos en verdad; y los animales, y las hierbas, y los árboles, y los ríos, y los montes, como son en su realidad. Porque lo de acá en la Tierra es sólo sombra y reflejo de lo que existe detrás del sol, y porque nada existe acá que no haya existido antes en ese lugar.

Allá hemos vivido, porque de allí vinimos a la hora de nacer; y, al morir, allá hemos de volver. Allá nos llevará Surá, nuestro bienhechor: allá nos espera el Buen Sibú.

¿Entiendes? Al nacer, hemos muerto allá, en el mundo que queda detrás del sol; y al morir aquí, volvemos a nacer allá, porque ese es el mundo al que pertenecemos. Nacimiento y muerte no son tan distintos... ¿Entiendes?

Hay dos puertas: la puerta por donde nace el sol, la puerta de lo alto; y la puerta por donde el sol se va, la puerta de lo bajo.

Si se abre mucho la puerta del este, salen males: sequías, inundaciones, enfermedades, huracanes, guerras...

Por eso Sibú cuida esa puerta todo el día. Todo - el día Sibú vigila para que los males no vengan a este mundo. Pero algunos salen cuando nace el sol y caen sobre la Tierra... Entonces, el awá con sus cantos y sahumerios los espanta; con la ayuda de Sibú los lanza por la puerta de abajo, por la puerta por donde el sol se va. Debajo del mar se caen, y debajo de le tierra.

Por las noches, Sibú cuida esa otra puerta. Vela y ayuda al awá que cura las enfermedades, que aleja los malos espíritus con sus ritos y ceremonias; y guarda al Dueño de las serpientes y de los peces, que vive en el lado donde el sol se acueste, para que no lance sus culebras y mate a la gente. El Dueño de las serpientes ve muy mal: ve a las personas como pájaros, y lanza flechas con sus cerbatanas para cazarlos, pero sus flechas se vuelven culebras que muerden y matan a la gente. Por eso es peligroso salir a la puesta del sol te puede ver el dueño de las serpientes, pensar que eres un pájaro y lanzar sus flechas entonces te perderás para siempre.

Así están hechos el allá y el acá, así los hizo Sibú Surá antes del Tiempo y. de la Historia. Y lo que ellos hicieron nadie lo puede cambiar.

Ambos quedaron en silencio, luego el niño dijo:

— No me ha contado nada del mundo de debajo, de allá abajo.

—Allí vive Surá el Hacedor, la madre Surá, allí viven los dueños de los animales: el Dueño de los tigres y el de los saínos, el Dueño de los pájaros, el Dueño del venado y el Dueño del puercoespín, el Dueño de la danta. Siempre son dos dueños: un hombre y una mujer, un rey y una reina. Y allí viven los hombres diminutos, la gente pequeña, que roba niños y hace muchos daños; todos esos viven allí.

— Una vez vi un duende, me llamó.

— Nunca oigas a los duendes, no les hagas caso, no los sigas, te perderán y no volveremos a saber en dónde estás ni lo que haces. No tengas trato con los hombres diminutos, son peligrosos.

—Lo que me gustaría es asomarme a ese lugar del otro lado del sol, y ver cómo soy yo de verdad.. .Allí podría verme...

—Nadie puede asomarse a ese lugar.. .nadie puede verse...
Juan grande se levantó y Juanillo también; había oscurecido, había pasado la hora de contar historias. Ambos entraron en la choza.“

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