martes, abril 05, 2011

Ley del Trogo-Autoegocratico

En nombre de la verdad debo decir que existe una gran ley, que se podría denominar así: Ley del Trogo­ Autoegocrático Cósmico Común. Tal ley tiene dos factores básicos fundamentales: tragar y ser tragado. Recíproca alimentación de todos los organismos. In­cuestionablemente, el pez más grande siempre se tragará al más chico, y en las selvas profundas el más débil sucumbirá ante el más fuerte; es ley de la vida.

Por muy vegetarianos que fuéramos, en la negra sepultura nuestro cuerpo sería devorado por los gusa­nos, y así se cumple la ley del Eterno Trogo-Autoe­gocrático Cósmico Común.

Indiscutiblemente, todos los organismos viven de todos los organismos. Si descendemos al interior de la tierra, por ejemplo, descubriremos un metal que sirve de gravitación para las fuerzas evolutivas e in­volutivas de la naturaleza, quiero referirme en forma enfática al cobre (Cu). Si aplicáramos el factor posi­tivo de la electricidad a dicho metal, por ejemplo, podríamos evidenciar con el sexto sentido procesos evolutivos maravillosos, en las moléculas, en los átomos; mas si aplicáramos la fuerza negativa, veríamos lo inverso, procesos involutivos muy semejantes a los de la humanidad decadente de nuestros tiempos. La fuerza neutra mantendría, pues, al metal en un esta­do estático o neutro.


Obviamente, la radiación del cobre también es transmitida a otros metales que se encuentran en el interior de la tierra y viceversa; las emanaciones de aquellos son recibidas por el cobre y así los metales, en el interior de la tierra, se alimentan recíproca­mente, he ahí la ley del Eterno Trogo-Autoegocrático Cósmico Común.

Resulta maravilloso saber que la radiación de todos los metales, entre las entrañas de la tierra en que se desenvuelven, es transmitida a otros planetas del espacio infinito. Las emanaciones llegan al interior, es decir, llegan a las entrañas vivas de los planetas vecinos de nuestro sistema solar, son recibidas tales radiaciones por los metales situados en su interior, y a su vez ellos también irradian y sus irradiaciones son ondulaciones energéticas que llegan hasta el inte­rior de nuestro mundo, para alimentar a los metales de este nuestro planeta en el cual vivimos, nos move­mos y tenemos nuestro Ser.

Todos los mundos viven de todos los mundos, eso es obvio, indiscutible, palmario, manifiesto, y sobre esta ley de la recíproca alimentación planetaria se fundamenta el equilibrio cósmico; interesante esto, ¿verdad?, cómo alimentándose los mundos entre si, cómo viviendo unos de otros, se ajusta un equilibrio planetario tan maravilloso y perfecto.
El agua en los mundos es, dijéramos, el alimento básico para la cristalización de ésta gran ley del Eterno Trogo-Autoegocrático Cósmico Común. Pense­mos por un momento: ¿qué seria de nosotros mismos y de nuestro planeta Tierra, qué sería de las plantas y de todas las criaturas animales si el agua se aca­bara, se evaporara, desapareciera, finalizara? Obvia­mente nuestro mundo se convertiría en una gran lu­na, en un cadáver cósmico, no podría cristalizar la gran ley del Eterno Trogo-Autoegocrático Cósmico Común, todas las criaturas fallecerían de hambre.

Esta gran ley se procesa, ciertamente, de acuerdo con las leyes del Santo Triamanzikanno, o Triamenza­no (el Santo Tres) y del Sagrado Heptaparaparshinok (la ley del Siete). Obsérvese bien cómo se procesan estas leyes: un principio activo, por ejemplo, se acer­ca a un principio pasivo, o para ser más claro, la víc­tima (principio pasivo) es tragada por el principio ac­tivo, esa es la ley ¿verdad? El principio activo seria el polo positivo, el principio pasivo sería el negativo y un principio que concilia ambos es la tercera fuer­za, la neutra. La ley del Tres se conforma entonces con los tres principios: Santo Afirmar, Santo Negar y Santo Conciliar. Este último es la fuerza que con­cilia al afirmar con el negar y la víctima es devora­da, claro está, por a quien le corresponde de acuerdo con la misma ley, ¿entendido?

El tigre se traga, por ejemplo, al humilde conejo; el tigre sería el Santo Afirmar, el conejo el Santo Negar y la fuerza que los concilia a ambos es el Santo Conciliar, y se realiza entonces la ley del Eter­no Trogo-Autoegocrático Cósmico Común.

El águila, por ejemplo, seria el Santo Afirmar, el pobre polluelo seria el Santo Negar; ella se lo traga a él y la tercera fuerza, el Santo Conciliar, los con­cilia entre sí como un todo único. ¿Que es cruel es­to? Sí, pero aparentemente. Qué vamos a hacer, esa es la ley de los mundos; esta ley ya ha existido, exis­te y existirá siempre. Ley es ley, y la ley se cumple por encima de opiniones, conceptos, costumbres, etc., etc., etc.

Pero continuemos, porque es necesario ahondar un poco más, penetrar más al fondo de este asunto. ¿De dónde viene realmente esta ley del Eterno Trogo-Au­toegocrático Cósmico Común? Yo digo que viene del activo Okidanok, omnipenetrante, omnisciente, omni­misericordioso.

Ese activo Okidanok, a su vez, ¿de dónde emana?, ¿cuál es su causa causorum? Indiscutiblemente, tal origen o causa no es otra sino el Sagrado Absoluto Solar. Así pues, del Sagrado Sol Absoluto emana el Santo Okidanok, y aunque él quede, dijéramos, dentro de los mundos, no queda completamente involucrado dentro de ellos, no puede ser aprisionado, aunque pa­ra su manifestación creadora necesite desdoblarse en las tres fuerzas conocidas como positiva, negativa y neutra.

Durante la manifestación cósmica cada una de las tres fuerzas trabaja independientemente, mas siempre unida a su origen que es el Santo Okidanok. Después de la manifestación, estos tres factores o ingredien­tes, positivo, negativo y neutro, vuelven otra vez a fusionarse, a unirse con el Santo Okidanok, y al final del Mahamanvantara el Santo Okidanok íntegro, com­pleto y total, se reabsorbe en el Sagrado Absoluto Solar
Ejercicios de Lamaseria capituloVII fragmento
Samael Aun Weor

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