Hay hechos, acontecimientos cósmicos y geológicos, que bien vale la pena estudiar en estos tratados de Antropología. No hay duda que la antropología científica gnóstica descorre todos los velos relacionados con el origen del hombre y del Universo.
Obviamente esta mecánica de la naturaleza resulta portentosa, pero jamás aceptaríamos la posibilidad de una matemática sin matemático, o de una mecánica sin mecánicos.
No quiero defender a un Dios antropomorfo, al estilo del Jehová judaico, con la doctrina aquella de "ojo por ojo y diente por diente". Sabemos que ese tipo de dogmatismo trae como consecuencia o corolario, y por oposición, la reacción de tipo ateísta y materialista.
Se hace necesario entender que cualquier abuso es perjudicial para la humanidad. En los antiguos tiempos se rindió culto a los dioses, es decir a los Principios Inteligentes de la Naturaleza y del cosmos, al Demiurgo Arquitecto del Universo, el cual no es un sujeto humano ni divino; antes bien, es Unidad Múltiple Perfecta, el Logos platónico.
Desgraciadamente en la Roma augusta de los Césares y hasta en la Grecia de antaño, hubo un proceso de degeneración religiosa. Cuando se abusó del culto a los Dioses, surgió por reacción el monoteísmo con su Dios antropomorfo. Mucho más tarde, ese monoteísmo con su Dios antropomórfico produjo, por reacción, el materialismo actual.
De manera que el abuso del politeísmo trae por ende el antropomorfismo monoteísta, la creencia en el Dios antropomórfico bíblico. A su vez, el abuso del monoteísmo origina el ateísmo materialista. Esas son las fases religiosas por las que pasan los pueblos.
Francamente, en nombre de la verdad, considero que ha llegado el momento de eliminar ese antropomorfismo monoteísta que tan malas consecuencias ha originado. Hoy no existiría el ateísmo materialista si los cleros religiosos no hubieran abusado de tal culto. Este culto surgió pues por reacción. Desgraciadamente el ateísmo materialista nació por reacción contra el antropomorfismo monoteísta, y a su vez, la creencia en un Dios antropomórfico, como resultado del abuso politeísta; cuando se degeneraron los cultos a los Dioses del Universo, surgió entonces por simple reacción el monoteísmo.
Nosotros necesitamos reconocer los Principios Inteligentes de la Naturaleza y del Cosmos. Pero repito, no estamos defendiendo a un Dios antropomórfico. Reconocer Principios Inteligentes me parece que resiste cualquier análisis científico.
Observemos, por ejemplo, un hormiguero. Ahí vemos los Principios Inteligentes en plena actividad, cómo trabajan esas hormigas, cómo hacen sus palacios, cómo se gobiernan, etc. Lo mismo sucede con un panal de abejas, su orden es asombroso.
Dotemos a cada una de las hormigas, o a cada una de las abejas, de una Mónada pitagórica o de un Jiva indostán, y es lógico que de hecho tome sentido todo el hormiguero, todo el panal, porque todas las criaturas viven de un Principio Monádico. El materialismo de Haeckel, de Darwin y de Huxley, quedaría completamente destrozado ante esto.
Nosotros no estamos rindiendo culto a ningún Dios antropomórfico, únicamente queremos que se reconozca inteligencia a la Naturaleza. No nos parece absurdo que la Naturaleza esté provista de Inteligencia. El orden existente en la construcción de la molécula y del átomo nos está demostrando con entera claridad meridiana los Principios Inteligentes.
Estamos en la época precisa para revisar principios. Si no estamos de acuerdo con el materialismo es porque este no resiste un análisis de fondo. La creación aquella del hombre a través de procesos mecánicos es más incongruente que el Adán surgido instantáneamente del limo de la tierra. Tan absurda es una como otra.
Reconozcamos que hay Inteligencia en toda esta mecánica de la Naturaleza, en el movimiento de los átomos alrededor de su centro de gravitación, en el movimiento de los mundos alrededor de sus soles.
Es cierto y de toda verdad que nuestro Sol, éste que nos alumbra y nos da vida, es uno de los soles de esa gran constelación que gira alrededor de Alcione, a la que se le ha llamado desde los antiguos tiempos las Pléyades.
Que existen siete soles girando alrededor de Alcione, eso no es extraño. Vivimos en un rincón de las Pléyades, en un pequeño planeta que gira alrededor del Sol, el cual está poblado por los animales intelectuales. Este pequeñísimo mundo se llama Tierra.
En general, cada uno de los Soles de las Pléyades, cada uno de esos siete soles da vida a los correspondientes mundos que giran a su alrededor. Es cierto, y no lo negamos, que nuestro planeta Tierra es un pequeño mundo que gira en torno del Séptimo Sol de las Pléyades. No es menos cierto que las Pléyades necesitan de un Principio Directriz Inteligente. Naturalmente, los cerdos del materialismo no creen sino en el sebo y en la manteca, están empeñados en reducir al pobre bípedo tricentrado o tricerebrado a una simple máquina de producción y consumo bidimensional.
Los materialistas quieren quitarle a la humanidad los Principios Inteligentes, quieren a la fuerza despojara toda la mentalidad humana de sus valores eternos, los valores del Ser. Comprendemos perfectamente que al quitarle a la humanidad los valores del Ser, degenere espantosamente. Eso es lo que está sucediendo en estos momentos de crisis mundial y de bancarrota de todos los principios. Los sabihondos de la antropología materialista se obstinan en precipitar a la pobre gente del siglo XX por el camino de la más franca perdición.
Las Pléyades necesitan de un Principio Directriz o de Principios Directrices para no caer esta vez en el antropomorfismo que ha sido tan fatal, pues ha producido el ateísmo materialista. El Principio Directriz es plural. Quiero referirme al Sol Astral Ecuatorial de las Pléyades, invisible para las lentes de los telescopios, pero visible para aquellos que han desarrollado el tipo de visión más extraordinaria, cual es el de la intuición Prajnaparamita en su más elevado grado. Ese término bastante difícil por ser sánscrito, es inaceptable para la antropología ateísta pero real en su trascendencia para los verdaderos Hombres.
El Sol Ecuatorial de las Pléyades coordina inteligentemente todas las labores y actividades cósmicas, humanas, minerales, vegetales y animales, y aún este grupo de cuerpos celestes conocido como Pléyades. El Sol Ecuatorial en realidad es la suma de Principios Inteligentes, aborrecibles para los secuaces del materialismo. Pero el mundo es mundo y será siempre... El materialismo produce siempre degeneración del cerebro y de la mente, involución de los valores humanos, decadencia total, incapacidad para el desarrollo de la Razón Objetiva del Ser.
Las Pléyades, con su Sol, constituyen un bello panorama del Universo. El Sol de las Pléyades no es un sol visible, es un sol astral ubicado en. la quinta coordenada. Si no aceptáramos sino tres coordenadas, si estuviéramos embotellados en la geometría tridimensional de Euclides, seríamos como los ateos materialistas enemigos del Eterno, que solamente creen, como los burros, en el pasto que ven.
Que los Principios Inteligentes de ese Sol astral mantengan en perfecta armonía las Pléyades, es algo que no ignoramos. Tenemos métodos y procedimientos para el desarrollo de ciertas facultades trascendentales del Ser, que nos permiten ver más allá de los simples telescopios y profundizar más allá del microscopio.
Debemos tener en cuenta ya no simplemente a las Pléyades, sino a toda la galaxia en que existimos, a la gran Vía Láctea, con sus cien mil soles, millones de mundos, de lunas y de piedras sueltas. Galaxia extraordinaria que gira alrededor del Sol Sirio. Incuestionablemente este Sol es gigantesco. Cerca de Sirio hay una Luna cinco mil veces más densa que el plomo. Esa Luna gira alrededor de Sirio.
De Sirio vienen radiaciones extraordinarias hacia la materia cósmica. No debemos negar que de aquella Luna, cinco mil veces más densa que el plomo, también vienen terribles radiaciones infrahumanas. Podría decirse que las radiaciones de Sirio afectan a todos los supracielos de cualquier cosa, y que las infrarradiaciones tenebrosas del satélite que le rodea, afectan a los infrainfiernos, que producen estados caóticos en la mentalidad de las criaturas humanas, engendran ateísmo materialista, etc.
Pero la galaxia en sí, con todo ese orden extraordinario, con su forma espiraloidea girando alrededor del Sol Sirio, necesita indudablemente de Principios Inteligentes que la gobiernen. Se nos viene a la memoria en estos momentos el Sol Polar. Obviamente en éste se hallan los Principios Inteligentes que controlan, gobiernan y coordinan sabiamente esta galaxia en la cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser. Se trata de un Sol Espiritual maravilloso, que dirige completamente la Vía Láctea.
Obviamente que a esta galaxia, sin Principios Inteligentes, aunque gravitara toda alrededor de Sirio, aunque fuese gobernada inteligentemente le faltaría algo más, le faltaría el Sol Espiritual, el Sol Polar que es el fundamento mismo de todos esos Principios Inteligentes.
Más ahí no queda esta cuestión, tenemos que ir más lejos. Ya Einstein dijo: "El infinito tiende a un límite". También aseveró que el infinito era curvo. No hay duda de que existen muchos infinitos. Más allá de este infinito hay otro infinito. Y mucho más allá, entre infinito e infinito, existen espacios vacíos. No existe un límite para los muchos infinitos. Nuestro infinito, el infinito de Einstein, tiene alrededor de cien mil galaxias, con un promedio de cien mil soles cada una, con sus correspondientes millones de mundos. Esto es lo que se alcanza a percibir con los telescopios. Mas en verdad, este infinito en que vivimos necesita de Principios Soberanos Inteligentes que lo coordinen, para evitar en lo posible colisiones y fracasos de toda especie.
Afortunadamente existe el Sol Central, el Sagrado Sol Absoluto. En este Sagrado Sol Absoluto están las Inteligencias Directrices de todo este infinito. En él, repito, vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser.
La Inteligencia gobierna todo el Cosmos, en lo infinitamente pequeño y en lo infinitamente grande. En el Macrocosmos y en el Microcosmos, en un sistema de mundos, en un panal y en un hormiguero. La Inteligencia Cósmica reside precisamente en cada partícula de esta Gran Creación.
Antropologia Gnostica
Fragmento del Capitulo 5
Samael Aun Weor
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