El corazón es realmente una doble bomba. Un lado del corazón bombea la sangre en un sentido, mientras el otro bombea la sangre en otro sentido con dos direcciones opuestas entre sí, pero se complementan y armonizan en forma maravillosa. Lo más interesante es que los dos torrentes opuestos de sangre bombeados por el corazón, no chocan, sino que mutuamente se ayudan a avanzar el uno al otro.
El corazón es verdaderamente el sol de nuestro organismo. El corazón es la maravilla más grande de la creación. Empero, existen personas eminentemente cultas y educadas que no conocen la fisiología del corazón.
Es admirable contemplar el paso de la sangre por ese caudaloso río de la aorta. Esa arteria realmente es un río caudaloso y bello. Nosotros nos llenamos de admiración y beatitud mística al contemplar cómo ese gran río lleno de vida, se ramifica en ríos menores, pequeñas arterias, y luego en riachuelos que llevan la vida a todas partes para nutrir y dar vida a millones de criaturas microscópicas (células, gérmenes, etc., etc.). Todas esas criaturas son un trío de materia, energía y conciencia.
Todos esos seres de lo infinitamente pequeño nos adoran a nosotros como a su Dios. Los riachuelos más pequeños de la sangre son los vasos capilares. Dentro de la trama de estás redes capilares, se hallan las células de los diversos tejidos y órganos.
Así pues, las células viven de los torrentes de sangre bombeados por el corazón. Las células están compuestas de moléculas, y éstas de átomos. Todo átomo es un verdadero universo en miniatura. Todo átomo es un trío de materia, energía y conciencia. Las inteligencias atómicas están gobernadas por el átomo Nous que mora en el ventrículo izquierdo del corazón.
Los átomos aspirantes del corazón obedecen órdenes del átomo Nous y las transmiten a los átomos ingenieros que dirigen la actividad de cada órgano. Los obreros atómicos de cada órgano obedecen las órdenes de los átomos ingenieros y trabajan de acuerdo a esas órdenes.
También existen multitud de átomos indolentes que son los que causan las enfermedades. El átomo Nous del Corazón trabaja bajo la dirección del átomo arquitecto, y este último bajo las órdenes del Intimo.
El corazón es un músculo hueco del tamaño del puño. Parece más bien como una pera. El corazón se encoge y se dilata, se contrae y se relaja incesantemente. Este es el flujo y el reflujo del gran océano de la vida. Toda vida tiene su sístole y su diástole. Todo pulsa y repulsa, en todo existe un ritmo, un pulso, así como en lo infinitamente pequeño, así también en lo infinitamente grande. “Tal como es abajo es arriba”. “Tal como es arriba es abajo”. Esa es la ley de la gran vida.
En el corazón existen dos polaridades maravillosas. Positiva-negativa. Son como dos corazones bombeando incesantemente la sangre en dos direcciones opuestas. Los dos compartimentos del corazón tienen cada uno dos cámaras, una superior, otra inferior. Las cámaras superiores son 1as aurículas, las cámaras inferiores son los ventrículos. La doctrina secreta reconoce siete cámaras secretas en el corazón, y siete cavidades secretas en el cerebro.
Existe el ventrículo derecho y la aurícula derecha. Existe el ventrículo izquierdo y la aurícula izquierda. Las cámaras superiores a derecha e izquierda son las aurículas. Las cámaras inferiores a derecha e izquierda son los ventrículos.
Meditando en el Loto del Corazón controlamos el Tattwa Vayú, y se nos da poder sobre los vientos y huracanes. Dicen los Indostanés que la flor de loto del Corazón tiene quince pétalos maravillosos. Todo el secreto íntimo del funcionalismo del corazón, todo su fondo vital, debe buscarse en la flor de loto de los quince pétalos cuyo tallo sutil dimana del templo-corazón.
La vena caba deposita en el corazón sangre llena de desechos orgánicos. La aurícula derecha recibe todo ese torrente impuro y sabiamente lo pasa al ventrículo derecho que está debajo. Unos instantes después el ventrículo derecho bombea su sangre cargada de linfa y de desechos a través de su válvula para hacerla pasar al interior del pulmón por medio de la arteria pulmonar.
La inteligencia cósmica no ha descuidado nada. Es interesante para el sabio contemplar todo ese funcionalismo. Es maravilloso ver la gran arteria pulmonar dividirse en dos arterias más pequeñas, una para cada pulmón.
Dentro de los pulmones las arterias pulmonares se ramifican también, hasta convertirse en diminutos vasos capilares. Cada gota de sangre tiene que pasar inevitablemente por los vasos capilares de los pulmones, donde entrega el excedente de anhídrido carbónico, y absorbe en cambio el excedente de oxígeno.
La rica sangre oxigenada penetra inteligentemente en las venas pequeñas y luego en las venas más grandes. Las dos grandes venas pulmonares depositan su sangre rica cargada de oxígeno en la aurícula izquierda del corazón. La sangre ha permutado su excedente de anhídrido carbónico, por oxígeno. Ahora la vida se ha renovado. Desde la aurícula izquierda la sangre pasa al ventrículo izquierdo, y luego pasando por la aorta bajo el impulso rítmico del corazón, se vierte por último en todas las arterias y vasos sanguíneos. En todo este trabajo podemos ver la íntima relación que existe entre Vayú el principio del aire, y el corazón. No andan pues equivocados los yoguines del Indostán cuando asocian a Vayu con el corazón. Esto nos está demostrando el profundo conocimiento cósmico-Fisiológico, que poseen los orientales sobre el órgano del Corazón. ¿Por qué los occidentales no quieren estudiar la Yoga oriental? ¿Por qué quieren los occidentales reír de lo que no conocen? Seria mejor estudiar a Sivananda el Gran Yogui. Eso sería más sabio. (La obra titulada Kundalini Yoga de el sabio Indostán Sivananda es un portento de la sabiduría oriental).
Aquellos que quieran aprender a poner su cuerpo físico en estado de Jinas, (Es decir aquellos que quieran aprender a poner su cuerpo físico dentro de la cuarta dimensión) deben desarrollar el loto del corazón. Un yogui con su cuerpo físico en estado Jinas, puede volar por los aires, caminar sobre las aguas como lo hizo Jesucristo en el mar de Galilea, o pasar por entre el fuego sin quemarse, como lo hacen actualmente muchos yoguines en la India. Un yogui con su cuerpo físico en estado de Jinas puede atravesar las rocas do lado a lado, como lo hacían los discípulos de Buddha.
El loto del Corazón se desarrolla con la meditación y la oración. Dicen los médicos occidentales que el corazón produce doce sonidos, uno grave y sordo, y el otro sonoro y agudo. “Lub” “Dup”. Aseguran los fisiólogos que el primer sonido se produce inmediatamente después de la contracción de los ventrículos, y que el segundo, se debe al cierre de las válvulas que separan a los ventrículos de la aorta y la arteria pulmonar. Los médicos indostanes van más lejos, por que tienen sentidos más finos. Dicen los yoguines de la India que en el corazón existen diez místicos sonidos.
El primer sonido es como la voz del Hijo del Hombre. El segundo sonido es el Chinbini. El tercero es el sonido de la gran campana cósmica. El cuarto es el estruendo interno de la tierra. El quinto es el delicioso sonido del laud el sexto es el címbalo de los dioses. El séptimo es el de la Flauta encantada. El octavo es el del bombo. El noveno el de un doble tambor, y el décimo sonido es el de los siete truenos que en el Apocalipsis repiten las voces del eterno. ¿Si los dos sonidos escuchados por los médicos occidentales son ciertos?, ¿Por qué los diez de los orientales no pueden ser ciertos?
Si los dos sonidos de los médicos occidentales están demostrados, ¿Porqué no podrían ser demostrados los diez sonidos orientales? Todo es cuestión de procedimientos de demostración. Los occidentales tienen sus procedimientos científicos de demostración. Los orientales también tienen sus procedimientos científicos de demostración. El oriental se conserva mentalmente y medita en los diez místicos sonidos. La mente oriental se absorbe en los diez místicas sonidos, y entonces, esa nisus fomativus, ese cuerpo astral de los médicos medioevales, dentro del cual están todos los principios anímicos y espirituales del hombre, se sale el cuerpo físico extasiado entre los diez místicos sonidos del corazón. Ese es el samadhí de los yoguis indostanes. Así el yogui se transporta a los mundos más distantes del infinito.
El médico occidental en vez de reír y criticar cosas que no ha estudiado, ni ha experimentado, debiera estudiar la yoga.
Dicen los indostanas que dentro del Chacra del Corazón, existe un espacio hexagonal del color inefable de azabache. Allí resuenan los diez místicos sonidos. El occidental se ríe de todo esto. Si los médicos occidentales desarrollaran la clarividencia; ya no se reirían, porque verían, los médicos saben fotografiar los latidos del corazón. El latido del corazón es fotografiado con el aparato llamado Electrocardiografo. Es asombroso ver cómo sincronizan totalmente sus latidos, todas las cuatro cámaras como sí únicamente fuesen dos. Esto sólo es posible gracias al manojo de His. Este manojo de nervios celulares, llamado también manojo atrio ventricular, sincroniza en forma maravillosa y automáticamente, las dos aurículas en un sólo latido de contracción débil, y los dos ventrículos en un solo latido de contracción fuerte.
Si el Electrocardiografo es capaz de fotografiar los latidos del corazón, ¿Cuanto más, vera aquel que desarrolla la clarividencia? Un mundo nuevo se abre ante el clarividente. Un mundo infinito, un mundo lleno de variedad incalculable.
En el corazón está el Cristo interno de todo hombre que viene al mundo. Nuestro real Ser
Nociones Fundamentales de Endocrinología y Criminología
Capitulo 6
Samael Aun Weor
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