En el Apocalipsis, el Santo de la Revelación nos describe al Hijo del Hombre, al Hijo de nuestros besos, con los siguientes versículos:
“Yo fui en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, (el Verbo) que decía: Yo Soy el Alpha y Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete Iglesias que están en Asia: a Efeso, (el centro magnético del coxis) y a Esmirna, (el centro magnético de la próstata) y a Pergamo, (el plexo solar situado en la región del ombligo) y a Tiatira, (el centro magnético del corazón) y a Sardis, (el centro magnético de la laringe creadora) y a Filadelfia, (el ojo de la sabiduría, el centro de la Clarividencia situado entre las dos cejas) y a Laodicea, (la corona de los santos), (centro magnético de la glándula pineal)”.
“Y me volví a ver la voz que hablaba conmigo y vuelto vi siete candelabros, uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies”, (la Túnica de lino blanco de todo Maestro. La Túnica de Gloria). Los siete candelabros que vio el Santo de la revelación son las Siete Iglesias de la médula espinal.
“Y su cabeza, y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego.” (Siempre inmaculado y puro).
“Y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como un horno; y su voz como ruido de muchas aguas”. (Las aguas humanas, el semen).
“Y tenía en su diestra siete estrellas (Los siete ángeles que gobiernan las Siete Iglesias de la médula espinal). Y de su boca salía una espada aguda de dos filos (el Verbo). Y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.
“Y cuando yo le vi, caí como muerto a sus pies, y él puso su diestra sobre mí diciéndome: “no temas, yo soy el primero y el último”.
“Y el que vivo y he sido muerto y he aquí que vivo por siglos de siglos. Amen. Tengo las llaves del infierno y la muerte”.
Cuando el Cristo Interno entra en el Alma se transforma en ella. El se transforma en ella, y ella en El; El se humaniza y ella se diviniza. De esta mezcla alkimista divina y humana, deviene eso que con tanto acierto llamó nuestro Adorable Salvador, el Hijo del Hombre.
Los alkimistas dicen que debemos transformar a la luna en sol. La luna es el Alma. El sol es el Cristo. La transformación de la luna en sol, sólo es posible con el fuego, y éste, sólo se enciende con el connubio amoroso del Matrimonio Perfecto.
Un Matrimonio Perfecto es la unión de dos seres, uno que ama más, y otro que ama mejor.
El Hijo del Hombre nace del agua y del fuego. El agua es el semen. El fuego es el Espíritu.
Dios resplandece sobre la pareja perfecta.
El Hijo del Hombre tiene poder sobre el fuego flamígero, sobre el aire impetuoso, sobre las embravecidas olas del océano y sobre la perfumada tierra.
El acto sexual es muy terrible; con justa razón dice el Apocalipsis: “El que venciere le haré columna del Templo de mi Dios, y no saldrá más de allí.”
El Matrimonio Perfecto
Samael Aun Weor
Trabajemos arduamente en la eliminacion de los agregados psiquicos,
solo asi naceremos en virtudes. Meditemos diariamente y asi llegara a
nosotros la comprension y la verdad, Sentiremos que somos uno con
la Divinidad y experimentaremos aquello que es Real, al Cristo interno
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Ayudanos a mejorar Gnosis. Boletin Gnostico on-line, escribe aqui tu comentario...