Discípulo. Maestro, ¿cuántos planetas tiene nuestro Sistema Solar?
Maestro. Hay trece planetas. ¿Cuáles son? Tierra, uno; Mercurio, dos; Venus, tres; Sol, cuatro; Marte, cinco; Júpiter, seis; Saturno, siete; Urano, ocho; Neptuno, nueve; Plutón, diez; Vulcano, once; Perséfone, doce; Clarión, trece. Son trece planetas, trece mundos; por eso se habla de los «trece cielos» de Anahuac. Los trece Cielos eran conocidos en la gran Tenochtitlan.
D. ¿A qué nivel cultural va a llegar la raza Aria, en comparación con la Lemur, la Atlántida, por ejemplo?
M. Pues, ojalá hubiéramos llegado nosotros siquiera a un nivel superior al de los Atlantes o al de los Lemures. En realidad de verdad, nuestra querida raza Aria es la más degenerada de todas las razas.
D. ¿De las cinco?
M. De las cinco que han habido, la más degenerada ha sido ésta.
D. [...]
M. La actual es la quinta raza, que es la de nosotros. Nosotros somos Arios. Y nuestra raza Aria nunca ha tenido una civilización más portentosa que la que tuvieron los Atlantes; o jamás tuvo una civilización como la de los Lemures. De manera que ésta es la raza más bárbara, la más degenerada.
D. Maestro, ¿por qué nunca ha viajado usted fuera del mundo Tierra?
M. Bueno, con este cuerpo físico y fuera del planeta Tierra, no; pero sí fuera del cuerpo físico, porque hay otras formas de viajar.
D. Perdone mi pregunta, pero, ¿cómo es que habiendo alcanzado usted esa capacidad tan amplia sobre el conocimiento de otros mundos, su vida, su comunidad, su forma de vivir?
M. Por eso le digo: no he llevado el cuerpo físico, pero sí he viajado con el cuerpo astral. Porque el cuerpo astral es un maravilloso organismo, y cuando uno aprende a sacarlo de entre el sistema nervioso gran simpático, puede usarlo para viajar a otros planetas, consciente y positivamente.
Con ese vehículo yo puedo viajar a cualquier otro planeta del sistema solar. Y me está permitido viajar por toda la galaxia; mas sólo me es posible llegar hasta el sol central Sirio. He intentado pasar más allá de Sirio con el cuerpo astral, pero no me lo han permitido; siempre que lo intento me hacen regresar a Sirio. Sirio es la capital de la galaxia; alrededor del sol Sirio gira toda la Vía Láctea. Yo conozco a Sirio...
Y si ustedes aprendieran, dijéramos, a viajar fuera del cuerpo físico, se convencerían de cuán extraordinario es eso. Fuera del cuerpo físico puede uno, con cuerpo astral, viajar a cualquier planeta del espacio estrellado.
D. ¿Sirio es el sol que nos ilumina?
M. Es la capital de esta Galaxia.
D. ¿De la Vía Láctea?
M. Sí, la Vía Láctea tiene muchos miles de millones de mundos; más Sirio es un mundo gigantesco, voluminoso; es nada menos que el centro de gravedad de toda la galaxia. Piensen ustedes qué tamaño tendrá Sirio para que sea el centro de gravedad de toda una galaxia.
Es un «monstruo» del espacio, y alrededor de Sirio gira una Luna cinco mil veces más densa que el plomo. Esa Luna es enorme, miles de veces más grande que la Tierra; cinco mil veces más densa que el plomo.
Del sol central Sirio vienen radiaciones que llegan a todos los supra-cielos de la Galaxia, y de esa Luna tan negra, tan densa, que gira alrededor de Sirio, vienen radiaciones que son asimiladas por todos los infra-infiernos de esta gran galaxia, de la Vía Láctea.
D. ¿Siempre se hacen, se realizan o se efectúan cuando el cuerpo está en relajación?
M. Sí, los viajes astrales se hacen cuando el cuerpo físico duerme, pero hay que saber salir del cuerpo físico a voluntad. Si pone un poquito de atención, uno puede aprender, ¿no? Hay métodos como para proyectar el cuerpo astral.
Uno de ellos es, por ejemplo, observar (durante cierto tiempo), el estado de transición existente entre vigilia y sueño. Si uno se dedica a observar ese estado de transición, descubre la «puerta de escape». Tiene uno que hacerlo por un tiempo, ya que uno conoce esa «puerta de escape», puede salirse a voluntad utilizando esa «puerta».
Para el efecto, pues habrá de relajar bien su cuerpo físico: brazos, piernas, todo el cuerpo en general bien relajado, que ningún músculo quede en tensión. Después, habrá de pronunciar un mantram («mantram» es un término asiático, más bien oriental, que indica o es sinónimo de «palabra mágica»).
Por ejemplo, la palabra «FARAON» sirve para el desdoblamiento astral; pero hay que dividir esa palabra en tres: FA-RA-ON (tres sílabas). Uno medita en esa palabra durante el momento aquél en que está el cuerpo relajado y adormeciéndose a voluntad.
Y después, muy suavemente, hay que sacar primero que todo las piernas, sacarlas de la cama. Luego, al hacerlo, debe no identificarse con el cuerpo físico, más bien debe sentirse uno siendo todo espíritu, vaporoso, no identificándose con el físico. Claro, al sacar las piernas, seguro de que saca las piernas astrales; éstas salen de verdad del cuerpo y quedan sobre el piso.
Luego, sentarse con suavidad, pero al hacerlo debe sentirse siendo espíritu. Y luego ponerse de pie, pero al hacerlo, sentirse siendo espíritu; y luego mirar a ver qué quedó en la cama. Al mirar, se verá el cuerpo ahí, tendido entre el lecho. Muchos se asustan con el experimento, se espantan y entonces...
D. ¿Ve uno su cuerpo acostado, dormido, relajado?
M. En la forma que lo haya dejado. Si lo dejó acostado, tiene que verlo acostado. Si tú te sales de un automóvil y luego desde afuera miras para ver qué quedó en la calle, en el «arroyo» de la calle, ves el automóvil. Así, si te sales del cuerpo y luego observas a ver qué quedó entre la cama, verás tu cuerpo; eso es claro.
Ya estando fuera del cuerpo, entonces uno puede darse el lujo de viajar a donde quiera. Inclusive, puede uno levitar en la atmósfera y dirigirse a cualquier otro planeta del Sistema Solar... Resulta interesante este experimento...
D. ¿Eso se hace mentalmente, sin considerar velocidad ni tiempo, no? Es decir, ¿se pierde la noción del tiempo y del espacio, no?
M. Bueno, este no es un viaje mental. El viaje mental es diferente, ¡no! Yo no les estoy hablando de viajes mentales, sino de viaje astral. El viaje en cuerpo astral es un viaje muy interesante.
Todo esto que les he explicado: la técnica que le permite a uno eso que se llama «desdoblamiento», es decir, salirse del cuerpo a voluntad, es sencilla; pero lo que estoy diciendo debe interpretarse, dijéramos, con hechos, no mentalmente, sino con hechos: Si les digo que hay que sacar las piernas, pues hay que sacarlas; si les digo que hay que sentarse, pues hay que sentarse, y si les digo que hay que pararse, pues eso hay que hacer.
D. Es como el que va a aprender a manejar un automóvil: Necesita subirse y manejarlo para poder saber...
M. Eso es claro: ¡Con hechos, con hechos!...
D. ¿Es preferible que al cuerpo no se le perturbe en esos momentos?
M. Sí, es preferible. Porque si cuando está uno haciendo el experimento (y resulta que uno tiene su esposa), y la esposa en ese momento llega y le agarra una mano o le echa el brazo así, pues claro, estando uno en pleno experimento, regresa instantáneamente al cuerpo.
De manera que, entonces, marido y mujer, deben acostarse, el uno bien a la orilla y el otro a la otra orilla, para poder hacer el experimento. De lo contrario, ¿cómo se hace el experimento?
D. ¿Los dos juntos, al mismo tiempo?
M. Eso se hace cuando ya se está práctico. Por ejemplo los dos: cuando queremos salir, salimos; podemos salir juntos, ir a cualquier lugar del mundo, o del universo. Y si nos venimos platicando sobre lo que hemos visto y oído, podemos venirnos despacio; al regresar al cuerpo después de hacer un viaje, podemos venir platicando a través del espacio y entrar cada uno dentro de su cuerpo, y aquí, en carne y hueso, continuamos la plática sin interrupción ninguna. Pero eso es cuando ya está uno está práctico, ¿no? Hay que coger la práctica...
D. ¿[...] lo han hecho?
M. ¿Ah? Bueno eso es normal, como la cebolla para ustedes o la papa, o la sopa de verduras, que es tan sabrosa. Para nosotros eso es normal; entre nosotros ni siquiera ya comentamos eso; eso es tan común como la cebolla para ustedes, o los ajos...
D. Profesor, ¿pero no hay ningún riesgo de quedarse arriba?
M. ¿Cómo? «Barájamela más despacio»...
D. Que no regrese al cuerpo...
M. ¿Quedarse por allá, en el otro lado? ¡Eso sí está grave!, ¿sabes? Eso ya es cuestión de panteón... [risas]
D. Maestro, una vez estuve yo practicando, antes de [...]. Estuve leyendo un libro [...] me concentré tanto que logré salir [...] por que yo me veía, yo veía mi cuerpo, yo me veía pegada hacia la pared, pero desde que vi mi cuerpo, me dio miedo..., fue cuando pasó la película esa, El Exorcista...
M. Pues, ¿sabe qué? ¡Así son los terrícolas!
D. Que me daba miedo, entonces, yo me veía, pero me decía: «Yo estaré soñando». Pero yo estaba consciente de que estaba...
M. ¡Psiquis terrícola ciento por ciento! Como el hombre de Puerto Rico: lanzó las ondas de radio a todas partes, diciendo que quería verse con los extraterrestres, que lo visitaran, y sucedió. Un día de esos tantos, sintió ruidos en la azotea de la emisora, subió por las escalas a ver qué: vio una enorme nave ahí, sobre un trípode de acero y unos extraterrestres que van rumbo hacia él, ¡y salió huyendo, gritando, por toda la calle! [risas] ¡Eso son los terrícolas! ¡Así son todos los terrícolas!
D. Yo sentí miedo porque no tener nociones; no sabía yo [...] pero lo logré, lo logré...
M. Con facultades, tienes, facultades, pero con psiquis de terrícola. ¿Cómo a mí no me ha dañado?
D. Para cuando yo llegue a donde usted está ahorita...
M. ¡Si es fácil, salir del cuerpo es fácil!
D. Yo, no más por no tener nociones. Yo pensaba que [...] los cuerpos [...]
M. ¡Es facilísimo! Todo lo que hay que hacer es aguardar que llegue la transición entre vigilia y sueño; estar uno «chequeando»; «chequeando» ahí ese estado de transición. Cuando ya comience uno a tener así como ensoñaciones y cosas propias del sueño, entonces, suavecito, bajar sus piernas, sentarse con suavidad, sintiéndose ser espíritu, ponerse de pie y luego volver a mirar, y si ve en la cama el cuerpo, es señal de que ya está en «astral». Todo lo que tiene que hacer es salir por la puerta, y si quiere flotar en el espacio, podrá de flotar, y dirigirse a otro planeta del Infinito, etc.
D. ¿Si le pide uno a una persona en especial, para que lo ayude a uno?
M. Bueno, ¿qué más ayuda que pedirle uno a su Padre que está en secreto? Uno debe pedir a su Padre que está en secreto, que lo lleve a donde mejor convenga...
D. ¿Y es el Sol donde realmente se percibe el placer de viajar?
M. Bueno, depende de la persona. Hay personas que no se entusiasman por nada.
D. ¿Satisface usted su entusiasmo, su curiosidad, su [...]?
M. Pues esto es más divino que un viaje material...
D. [...]
M. [...] Puede uno flotar sobre las aguas del mar; puede hundirse si uno quiere hundirse; se sumerge entre las aguas y se siente un placer delicioso. Caminado uno por el fondo del mar, ¿Cuántas maravillas hay? Puede uno recrearse contemplando tantas maravillas por el fondo de un océano de Venus, o de Sirio. Se le abren a uno las puertas del Infinito y claro, el placer es extraordinario; la dicha ésa, no tiene límites ni orillas.
D. ¿Bonito, realmente?
M. Pues sí...
D. Esos Conocimientos que usted quiere en ese Sol son..., ¿cómo se capta ese Conocimiento? Bueno, usted sabe..., bueno aquí llegué a tal parte... ¿Por qué es que usted sabe dónde está?
M. Pues, sencillamente, porque existe un sentido telepático que le permite a uno orientarse totalmente.
D. Pero, ¿qué le dice a uno...?
M. Aquí tiene uno que orientarse con pura brújula, y si le falla, se amoló. Pero, ya fuera del cuerpo físico, hay un sentido telepático que le permite a uno orientarse con exactitud matemática, que nunca le falla. De manera que viajar fuera del cuerpo físico, pues, es algo delicioso...
D. Uno, realmente, tiene más Conocimiento de las cosas, que las que piensa uno tener, ¿no?
M. Es que dentro de nosotros hay maravillas, pero maravillas que hay que conocer; tiene uno que investigarse a sí mismo para conocerse. Bien vale la pena, pues, aprender a salir del cuerpo a voluntad. Porque todo el mundo sale del cuerpo, pero dormido, soñando. Lo interesante es salir a voluntad.
D. ¿Entonces, cuando están soñando las gentes, realmente están viviendo las cosas?
M. Sí, pero están, dijéramos, inconscientes...
D. ¡Exactamente! [...] ¿verdad?
M. Bueno, ahí andan inconscientes, soñando. Lo interesante es aprovechar el momento de transición existente entre vigilia y sueño para salirse del cuerpo físico a voluntad. Eso si es lo interesante: ¡Salirse a voluntad!
También puede uno encontrar, fuera del cuerpo físico, a los familiares que han muerto hace mucho tiempo, a sus parientes, amigos, hermanos, etc., y los encuentra allí uno requetevivos; puede uno platicar con ellos y todo, toda esa gente vive. Porque esos difuntos, resulta que están más vivos que uno mismo, y cuando uno les pregunta:
—Bueno, ¿pero no murió usted hace tanto tiempo?
—No, yo no estoy muerto, yo estoy vivo. ¿Por qué dice que morí? Estoy vivo, ¿no ve?
Y no le queda a uno más que callarse. ¿Qué más? ¡Están requetevivos! Y uno que los creía tan muertos y están vivos...
D. Entonces ahí, muere el cuerpo y... no es más que un cambio de traje, ¿no es cierto? Porque los [...] tiene un cuerpo como éste...
M. Bueno, eso es el [...] dijéramos como la mortaja ahí...
D. Como que se quitó el vestido uno, la ropa...
M. El «trajecito» ese que deja uno por ahí, eso es lo que tiene menos importancia. Lo que es más importante es la psiquis, lo que uno lleva adentro...
Fragmentos de la conferencia Maravillas del Viaje Astral
Samael aun Weor
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