Entiéndese por personas de sexualidad normal aquellas que no tienen conflicto sexual de ninguna especie. La energía sexual se divide en tres tipos distintos. Primero: La energía que se halla relacionada con la reproducción de la raza y la salud del cuerpo físico en general. Segundo: La energía que se halla relacionada con las esferas del pensamiento sentimiento y voluntad. Tercero: La energía que se halla relacionada con el Espíritu Divino del hombre.
La energía sexual es realmente y sin duda alguna, la energía más sutil y poderosa que normalmente se produce y conduce a través del organismo humano. Todo lo que es el hombre, incluyendo las tres esferas del pensamiento, sentimiento y voluntad, no es sino el resultado exacto de las distintas modificaciones de la energía sexual.
Debido al aspecto tremendamente sutil y poderoso de la energía sexual resulta ciertamente difícil el control y almacenamiento de esta energía. Además, su presencia representa una fuente de inmenso poder, que si no se sabe manejar puede llegar a producir una verdadera catástrofe.
Existen en el organismo ciertos canales por donde normalmente debe circular esta poderosa energía. Cuando esta energía llega a infiltrarse en el delicado mecanismo de otras funciones, entonces el resultado violento es el fracaso. En este caso se dañan muchos centros delicadísimos del organismo humano, y el individuo se convierte de hecho en un infrasexual.
Toda actitud mental negativa puede conducir directa o indirectamente a estas catástrofes violentas y destructoras de la energía sexual. El odio al sexo, el odio al Arcano A.Z.F., el asco o repugnancia por el sexo, el desprecio al sexo, la subestimación del sexo, los celos pasionales, el miedo al sexo, el cinismo sexual, el sadismo sexual, la obscenidad, la pornografía, la brutalidad sexual, etc., etc., convierten al ser humano en infrasexual.
El sexo es la función creadora por la cual el ser humano es un verdadero dios. La sexualidad normal resulta de la plena armonía y concordancia de todas las demás funciones. La sexualidad normal nos confiere el poder de crear hijos sanos, o de crear en el mundo del arte, o de las ciencias. Toda actitud mental negativa hacia el sexo produce infiltraciones de esta poderosa energía en otras funciones, provocando pavorosas catástrofes cuyo fatal resultado es la infrasexualidad.
Toda actitud negativa de la mente forza a la energía sexual y la obliga a circular por canales y sistemas aptos para las energías mentales, volitivas, o cualquier otro tipo de energías menos poderosas que la energía sexual. El resultado es fatal porque esa clase de canales y sistemas, no pudiendo resistir el tremendo voltaje de la energía poderosísima del sexo, se calientan y funden como un cable demasiado delgado y fino cuando pasa por él una corriente eléctrica de alta tensión.
Cuando el hombre y la mujer se unen sexualmente en Matrimonio Perfecto son, en esos instantes de voluptuosidad, verdaderos dioses inefables. El hombre y la mujer sexualmente unidos, forman un Andrógino Divino Perfecto. Un Elohim macho-hembra. Una divinidad terriblemente divina. Las dos mitades separadas desde el amanecer de la vida, se unen por un instante para crear. Eso es inefable... sublime... eso es cosa de paraíso.
La energía sexual es peligrosamente volátil y potencialmente explosiva. Durante el acto secreto, durante el éxtasis sexual, la pareja está rodeada de esta tremenda energía terriblemente divina. En estos instantes de dicha suprema y de besos ardientes que incendian las profundidades del Alma, podemos retener esa luz maravillosa para purificarnos y transformarnos absolutamente. Cuando se derrama el Vaso de Hermes, cuando viene el derrame, la luz de los dioses se retira dejando abiertas las puertas para que entre en el hogar la luz roja y sanguinolienta de Lucifer.
Entonces el encanto desaparece y viene la desilusión y el desencanto. Después de poco tiempo el hombre y la mujer inician el camino del adulterio, porque su hogar se ha convertido en un infierno.
Es una característica de la naturaleza el movilizar enormes reservas de energía creadora para crear cualquier cosmos. Empero sólo emplea de sus enormes reservas una cantidad infinitesimal para realizar sus creaciones. Así, pues, el hombre pierde en una eyaculación seminal seis o siete millones de espermatozoos; sin embargo, se necesita un infinitesimal espermatozoo para engendrar un hijo.
En la Lemuria ningún ser humano eyaculaba el semen. Entonces las parejas se unían sexualmente en los templos para crear. En esos instantes las jerarquías lunares sabían utilizar un espermatozoo y un huevo para crear sin necesidad de llegar hasta el orgasmo y la eyaculación seminal. Nadie derramaba el semen. El acto sexual era un sacramento que sólo se verificaba en el templo.
La mujer en aquella época paría sus hijos sin dolor y la serpiente se levantaba victoriosa por el canal medular. En aquella época el hombre no había salido del Edem; la naturaleza entera le obedecía, y no conocía el dolor ni el pecado. Fueron los tenebrosos luciferes quienes le enseñaron al hombre a derramar el semen. El pecado original de nuestros primeros padres fue el crimen de derramar el semen. Eso es fornicación. Cuando el hombre paradisíaco fornicó penetró entonces en el reino de los luciferes. El hombre actual es luciférico.
Es absurdo derramar seis o siete millones de espermatozoos cuando sólo se necesita uno para crear. Un solo espermatozoo se escapa fácilmente de las glándulas sexuales sin necesidad de derramar el semen. Cuando el hombre regresa al punto de partida, cuando restablezca el sistema sexual del Edem, la serpiente sagrada del Kundalini se levantará otra vez victoriosa para convertirnos en dioses. El sistema sexual del Edem es sexualidad normal. El sistema sexual del hombre luciférico es absolutamente anormal.
No sólo se fornica físicamente; existe también fornicación en los mundos mental y astral. Aquellos que se ocupan en conversaciones de tipo lujurioso; aquellos que leen revistas pornográficas; aquellos que asisten a salones de cine donde exhiben películas eróticas pasionales, gastan enormes reservas de energía sexual. Esas pobres gentes utilizan el material más fino y delicado del sexo, gastándolo miserablemente en la satisfacción de sus brutales pasiones mentales.
El Matrimonio Perfecto
Samael Aun Weor
Sin duda reflexionemos sobre el uso que le damos actualmente a nuestra energía creadora, esta energía puede ser utilizada para curar o para enfermar, para crear o para destruir, o lo mas triste puede ser que desperdiciemos miserablemente nuestra valiosa energía creadora inutilmente, debido a la ignorancia o por una mala relación con la Divinidad.
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