domingo, noviembre 01, 2015

Las bases sobre las cuales descansamos



Reflexionando un poco sobre las diversas circunstancias de la vida, bien vale la pena comprender seriamente las bases sobre las cuales descansamos.

Una persona descansa sobre su posición, otra sobre el dinero, aquella sobre el prestigio, esa otra sobre su pasado, esta otra sobre tal o cual título, etc., etc., etc.

Lo más curioso es que todos, ya sea rico o mendicante, necesitamos de todos y vivimos de todos, aunque estemos inflados de orgullo y vanidad.

Pensemos por un momento en lo que puedan quitarnos. ¿Cuál sería nuestra suerte en una revolución de sangre y aguardiente? ¿En qué quedarían las bases sobre las cuales descansamos? ¡Hay de nosotros, nos creemos muy fuertes y somos espantosamente débiles!

El "Yo" que siente en si mismo la base sobre la que descansamos, debe ser disuelto si es que en realidad anhelamos la auténtica Bienaventuranza.

Tal "Yo" subestima a las gentes, se siente mejor que todo el mundo, mas perfecto en todo, más rico, más inteligente, más experto en la vida, etc.

Resulta, muy oportuno citar ahora aquella parábola de Jesús el Gran KABIR, acerca de los dos hombres que oraban. Fue dicha a unos que confiaban en si mismos como justos, y menospreciaban a los otros.

Jesús el Cristo, dijo: "Dos hombres subieron al Templo a orar; uno era Fariseo y el otro Publicano. El Fariseo, puesto en pie oraba consigo mismo de esta manera: Dios. Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este Publicano: Ayuno dos veces a la semana, doy diezmo de todo lo que gano. Más el Publicano estando lejos, no quería ni alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "Dios sé propicio a mí, pecador". Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido". (LUCAS XVIII, 10-14)

Empezar a darse cuenta de la propia nadidad y miseria en que nos encontramos, es absolutamente imposible en tanto exista en nosotros el concepto ese del "Más". Ejemplos: Yo soy más justo que aquél, más sabio que fulano, más virtuoso que zutano, más rico, más experto en las cosas de la vida, más casto, más cumplidor de sus deberes, etc., etc., etc.

No es posible pasar a través del ojo de una aguja mientras seamos "ricos", mientras en nosotros exista ese complejo del "Más".

"Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios".

Eso de que tú escuela es la mejor y que la de mi prójimo no sirve; eso de que tú Religión es la única verdadera, la mujer de fulano es una pésima esposa y de que la mía es una santa; Eso de que mi amigo Roberto es un borracho y que yo soy un hombre muy juicioso y abstemio, etc., etc., etc., es lo que nos hace sentirnos ricos; motivo por el cual somos todos los "CAMELLOS" de la parábola bíblica con relación al trabajo esotérico.

Es urgente auto-observarnos de momento en momento con el propósito de conocer claramente los fundamentos sobre los que descansa.

Cuando uno descubre aquello que más le ofende en un instante dado; la molestia que le dieron por tal o cual cosa; entonces descubre las bases sobre las cuales descansa psicológicamente.

Tales bases constituyen según el Evangelio Cristiano "las arenas sobre las cuales edificó su casa".

Existen extraños momentos en la vida en que la mente sin preocupaciones de ninguna clase reposa. Cuando la mente está quieta, cuando la mente está en silencio adviene entonces lo nuevo.

En tales instantes es posible ver las bases, los fundamentos, sobre los cuales descansamos.

Estando la mente en profundo reposo ulterior, podemos verificar por si mismos la cruda realidad de esa arena de la vida, sobre la cual edificamos la casa. (Véase Mateo 7 - Versículos 24-25-26-27-28-29; parábola que trata de los dos cimientos)

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