Cualquier Jivanmukta o Mahatma podrá verificar, por sí mismo, precedentes manifestaciones en el mundo lunar. Es ostensible que la luna fue en otros tiempos la morada de los Selenitas. No resulta difícil comprender que en la corteza lunar evolucionaron e involucionaron siete razas humanas. De acuerdo con la sabia Ley de Recurrencia, que se procesa siempre en todos los mundos, es obvió que la primera raza selenita fue una generación gigante.
Basados en esa citada Ley podemos comprender, sin mucha dificultad, que las últimas familias de Selene fueron liliputienses, demasiado pequeñas de estatura. Es incuestionable el regreso involucionante de la humanidad selenita, hasta llegar al estado germinal-elemental, primitivo.
El reposo de los Gérmenes-Elementales durante el Gran Pralaya o Noche Cósmica, es de hecho un axioma de la sabiduría antigua.
La Ley de Eterno Retorno hizo posible el nuevo desarrollo de los gérmenes elementales de la vida. La Ley de recurrencia repitió todo el proceso evolucionante e involucionante de tales gérmenes lunares, aquí en el planeta Tierra (recordemos que nuestro mundo es hijo de Selene).
Si todo se repite, es indudable que toda la historia de la humanidad terrícola es una repetición en el tiempo de los anales de Selene. En un futuro remoto la humanidad terrestre habrá regresado también al estado germinal primitivo. Entonces la Tierra será una nueva luna.
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